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Pequeñas y Humillantes Historias

Primero que nada me presento. Soy Guillermo, y tengo 25 años de edad. Además, como descubrirán en las historias que les voy a contar a continuación, tengo el pene pequeño. 10 cm flácido, 12 cm erecto. Es así. Ya lo acepté. Que lo haya aceptado, no quiere decir que no me avergüenza el hecho de ser objeto de burlas por parte de otras personas. Pero creo que hasta cierto punto he avanzado desde mi adolescencia, cuando realmente me mortificaba.

Esa fue una etapa en la que sufrí uno de mis primeras humillaciones por el tamaño de mi miembro: Al fin reuní valor para hablarle a Candela, la chica que me gustaba del instituto. Como descubriría después, Candela era un poco zorra, y tenía ya desarrollados ciertos gustos. No era mala. Pero tenía sus gustos claros. Y lo que yo tenía, por lo menos entre mis piernas, no estaba dentro de sus gustos. Bueno, comencé a hablarle, a lanzarle piropos, y otras cosas, que me enseñó un amigo del mismo instituto. Todo eso llevó a que Candela me besara y empezaramos a flirtear, cosa que masomenos maneje bien. Cabe decir que no soy una persona fea, no soy Brad Pitt, obvio, pero algún encanto si que tenía.

El flirteo llegó a niveles insospechados, hasta que en una oportunidad, durante clases, que estuvimos solos, ella me llevo al baño de mujeres, y me metió en un cubil. Se arrodilló, y empezó a desabrocharme el cinturón y el pantalón, tarea en la que no tardó demasiado. Una vez que yo estaba en ropa interior, me dijo que estaba cansada del flirteo y que quería hacer algo más. Eso me puso mi pene duro como roca, algo que ella notó y que le provocó una sonrisa pícara. Ella no esperó más y bajo mi ropa interior, quedando mi miembro erecto enfrente de su cara. Lo que pasó después, aunque fue cuestión de unos pocos minutos, me pareció una eternidad: ella miró mi miembro fijamente y luego de unos segundos, y luego, estalló a reír. Entre risas me dijo que nunca había visto un pito tan pequeño en su vida. Se paró y se fue de allí. Avergonzado, subí mis ropas y la seguí. Por suerte, nunca le contó a nadie. Es una buena mujer, aunque estuvo fatal (por lo menos para mí) en ese momento, nunca le contó a nadie. Lo hubiera sabido, hubiera sido la burla del instituto de otra manera. Igualmente, esa fue solo una de las múltiples aventuras que tuve con Candela, ya que como les contaré a continuación, seguimos en contacto, de una forma muy particular. Pero lo leerán, no sean impacientes.

Como les dije previamente, acepté que tengo el pene pequeño. Hasta le he encontrado cierto placer a la burla por su tamaño, de lo masoquista que puedo llegar a ser. Creo que es eso lo que me impulsa a relatarles las siguientes historias, que tienen de todo, no solo humillación por pene pequeño, SPH, sino también desnudo en público (NIP), pegging, por ejemplo, entre otras. A continuación van a poder entender porque les digo que tienen de todo. Y van a poder seleccionar qué historia quieren leer. Así que, sin más preámbulos...

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